Este Fanfic, escrito por ErickVonManstein para el duelo de medallas que se tuvo contra el Kiryu Zero FC.
TITULO: CAIDA, CAOS Y REFUNDACION
Prologo:
Con el transcurso de los años creció la leyenda de Kamio Misuzu, la mujer brillante, sabia y triste que vivió los avatares del fin de la Segunda Guerra Robotech y combatió a los Invid durante la Invasión, primero con el Ejercito de la Cruz del Sur y posteriormente con la Resistencia durante los largos años de la Ocupación.
Tras la victoria sobre los Invid me ha sido posible realizar una gran serie de entrevistas a la mayor Misuzu, con ello me ha sido podido reconstruir una vida tan intensa y un periodo tan crucial para la Historia humana. Fruto de estas entrevistas es el siguiente trabajo.
Pero también medran los enfoques revisionistas, y no siempre se pueden desechar fácilmente. Para entender a Misuzu Kamio, a veces sentimos la tentación de remitirnos a textos apócrifos, mitos, incluso cuentos de hadas de aquellos dias lejanos. Nos frustran las contradicciones de los documentos incompletos y esos textos que parecen hagiografías.
Sabemos, sin necesidad de remitirnos a los revisionistas, que Misuzu Kamio era brillante, y que Misuzu Kamio fue la clave en muchas acciones. Pero Misuzu Kamio no era una santa ni una profetiza divinamente inspirada, y por cierto no actuó a solas.
Gen. Erick Von Manstein, Universidad de New Oxford, Junio de 2067.
UNO
Ellos habían sido los paladines de un viejo orden que avanzaban para contestar la llamada de la trompeta hacia una guerra de pesadilla. Eran personas envueltas en eventos que trascendieron cualquier cosa que alguna vez hubiesen esperado. Muchos de ellos eran militares de carrera que habían aprendido que las guerras a menudo las ganan aquellos que comenten o ninguna o pocas equivocaciones. Pero también sabían que todos se equivocarían alguna vez.
Gen. Kotomi Ichinose en su “Memorias de mis tiempos”
Misuzu Kamio, en su uniforme de servicio, miraba la oscura superficie de la base de Cayenne en la Guyana; desde el parapeto cerrado de una torre de observación, a veinte metros de altura. El cielo de ese sector estaba despejado esa noche. Unas pocas nubes flotaban como fuegos fantasmales sobre ondas nacaradas y un tapete de estrellas.
Al pie de este espectáculo, y más allá de las hileras de curvos domos oscurecidos y suavizados por la noche, se extendía el océano, visible irradiaba un fulgor tenue, como respondiendo al cielo. Misuzu no recordaba el nombre de ese océano: Paz, Sueño o Reposo. Todos los mares de la Tierra tienen nombres antiguos, tranquilizadores nombres de cuentos de hadas. El corazón del Gobierno de la Tierra Unida necesitaba tranquilidad tanto como Misuzu.
Un conducto que había en la pared de atrás le soplaba una brisa dulce y cálida en la cabeza y los hombros. Misuzu había pasado gran parte de su vida sirviendo al Gobierno de la Tierra Unida, primero en las extintas Fuerzas de Defensa de las Naciones Unidas y después en el Ejercito de la Cruz del Sur, en esa remota base estaba aislada en gran medida de las novedades del resto del mundo. ¿Cómo puede el cirujano trabajar con eficacia si siente el dolor de la carne lacerada?-decía.
En un sentido muy real, el paciente ya era casi cadáver. El Gobierno de la Tierra Unida, una vez el ente político más poderoso de la Tierra, era ya solo una sombra de lo que una vez fue y represento, y sólo ahora evidenciaba su podredumbre. Aunque la vida de Misuzu se terminase mucho antes que los rescoldos del Gobierno de la Tierra Unida se desmoronaran en cenizas, sus largos años de servicio le permitían ver con claridad la mórbida rigidez, el rostro endurecido del cadáver del Gobierno de la Tierra Unida.
Esta espantosa visión la había hecho perversamente famosa, y sus comentarios y críticas eran bien conocidos en la alta jerarquía del Ejercito de la Cruz del Sur siendo esta una de las razones de su degradación y semi-exilio en aquella remota base. La llamaban «Cuervo» Misuzu, heraldo de un lúgubre futuro de pesadilla.
La decadencia se prolongaría un año mas hasta la llegada de las fuerzas Invid en 2033, un evento ya esperado por Misuzu. El colapso de la piel de la sociedad humana, y luego la disolución de todo orden en la Tierra.
¡Cuántas historias humanas llenarían ese colapso! Un gobierno, a diferencia de un cadáver, sigue sintiendo dolor después de su muerte. En su mente, Misuzu casi podía imaginar billones de rostros fundidos en una inmensa catástrofe. La aceleración de la decadencia encarnada en cada historia humana, casi tantas como los puntos de un plano. Incomprensibles, para muchos.
Misuzu abrigaba la esperanza de alentar el renacimiento de un nuevo, mejor y más duradero Gobierno de la Tierra Unida, y esperaba tener vida para ver ese día.
Pero últimamente la dominaba una fría desolación. Había vivido en un período espléndido y juvenil, el Gobierno de la Tierra Unida en su momento de triunfo, estabilidad y prosperidad... ¡eso había sido digno de su eminencia y sus logros!
Deseaba recobrar la compañía del desaparecido Yukito Kunisaki, en cuya piel ardía la pasión y la devoción de diez héroes. Por recobrarle ella multiplicaría geométricamente los signos de su propia decadencia.
Esa noche, sin embargo, Misuzu estaba cerca de la paz. No sentía tan agudamente el hormigueo de la pesadumbre. Podía distenderse y aguardar con expectativa el final de este día. Las presiones que la agobiaban estaban llegando a su límite en su mente. Su juicio comenzaría dentro de cinco meses. Conocía el resultado con razonable certeza. Éste era el tiempo cúspide. Todo aquello para lo que había vivido y trabajado pronto quizás se terminaría, sus planes pasarían a otra cosa, y ella abandonaría aquel lugar. Culminaciones dentro del crecimiento, detenciones dentro del flujo.
Pronto recibiría un permiso de ausencia para reunirse con la joven Michiru Tohno, una figura significativa en sus propósitos. Matemáticamente, Michiru distaba de ser una extraña, aunque nunca se habían conocido gran cosa.
Buena parte de lo que en el Gobierno de la Tierra Unida pasaba por historia ahora apestaba a desastre. A fin de cuentas, en el arte de la estadística la confusión equivalía al desastre, y a veces el desastre es una necesidad. Misuzu sabía que Michiru aún tenía mucho trabajo por delante, en secreto; pero Misuzu nunca se lo contaría a ningún otra persona. No podía hacerlo. Michiru se había cerciorado de ello. Y por esa razón Misuzu no podía revelar la verdad acerca de Yukito, la verdadera historia de la extraña y casi perfecta relación que había tenido con un hombre que fue a la vez, su amigo y amante.
La fatigada Misuzu procuraba resistirse a la tristeza sentimental, pero no podía reprimirla. El paso de los años era lamentable y la pérdida de amantes y amigos acosa a los viejos. ¡Sería magnífico si ella pudiera ver de nuevo a Yukito! No le costaba imaginar cómo sería esa visita: después de la alegría del reencuentro, Misuzu expresaría su enfado ante las restricciones y exigencias que Yukito le había impuesto con su sempiterno ¡Gao! El mejor amigo, es el conductor más exigente.
Misuzu pestañeó y se concentró en la vista que le ofrecía el ventanal. Últimamente era muy propensa a perderse en ensoñaciones. Aun el bello fulgor del océano era un signo de decadencia: un desborde de algas bioluminiscentes descontroladas hacía cuatro años, que había arrasado con la pesca en el área, enrareciendo levemente el aire hasta en el frescor de la superficie. ¿Pero cuánto faltaba para el fin?
Pocos días atrás el Gobierno de la Tierra Unida había anunciado una victoria inminente sobre fuerzas del Bloque de Estados Independientes del Este en el sur de Europa.
De hecho, el océano parecía más oscuro, aunque quizás el cielo despejado atenuara relativamente su brillo.
La muerte puede ser tan ruda como encantadora, pensó Misuzu. Reposo, Sueño, Paz.
DOS
La inclinación de las Tierras del Sur por el tribalismo era sin duda el legado de los indígenas del continente: los Inca, los Chibcha, los Moche, los Mapuche, entre otros, quienes una vez habitaron los vastos bosques, llanuras y selvas. Los historiadores son rápidos en asignar el calificativo de tribu a la Iglesia de las Catástrofes Recurrentes, el HEARTH y los Hijos de las Estrellas, pero se niegan a incluir en el mismo a las bandas de Zentraedis renegados que surgieron durante la Rebelión Zentraedi del 2014 –grupos como La Mortaja, Los Enterradores, El Puño de Khyron y Los Carroñeros- o las bandas que surgieron después del fin de la Segunda Guerra Robotech en 2029, formadas en su mayoría por los soldados desertores del Ejercito de la Cruz del Sur: Los Cavernícolas, Los Quinientos del Altiplano, la Brigada del Pantano, entre otros. Y a la cabeza de las facciones en las Tierras del Sur, uno podría hasta incluir, supongo, a las fuerzas del Gobierno de la Tierra Unida: el Ejército de la Cruz del Sur.
May. Alice Harper Argus (ret.)en el Segundo tomo de su obra “Cometarios a la Segunda Guerra Robotech”
Kamio Misuzu podía haber sido la mujer más poderosa en la cúpula de mando del Ejercito de la Cruz del Sur, en apariencia y de hecho, con sólo desearlo. En cambio y acorde a su personalidad, se había contentado con un puesto más modesto, y usaba un rango y un uniforme mucho más cómodo, el de líder de un batallón de los Cuerpos Tácticos Blindados Alfa.
Misuzu había sobrevivido a miles de cambios en la estructura de mando, mediante el ejercicio de la cautela y la diplomacia, y había prestando servicios a varios importantes comandantes, entre ellos al general Rolf Emerson en los días finales de la Segunda Guerra Robotech. Sin embargo Misuzu no deseaba suplantar a alguno de ellos ni a las decenas de ministros, consejeros y «asesores» que pululaban en Ciudad Monumento, ni ponerse en la mira de los jóvenes ambiciosos. Actualmente ya era demasiada visible para su gusto, pero al menos por su carácter era más objeto de burlas que de odio.
Había pasado las últimas horas de esa mañana examinando informes de las unidades de patrullaje de siete puestos de avanzada problemáticos. Tres estaban tratando de contener un motín en varias aldeas que habían ignorando las amenazas de intervención del Ejercito de la Cruz del Sur, y Misuzu había usado su autoridad para desplazar una docena de mechas a esas aldeas como salvaguarda. Otros puestos revelaban graves disturbios, pero, con los recientes colapsos y degradaciones, el sistema de comunicaciones del Gobierno de la Tierra Unida sólo podía manejar un décimo de la información enviada desde los miles de puestos de avanzada en los territorios que supuestamente estaban bajo su autoridad.
Gracias a una habilidad e intuición nacida de muchos años de experiencia, -Misuzu y sus colegas de la Base de Cayenne- podían mantener cierto equilibrio consumiendo apenas unos emparedados y café.
Se concedió unos minutos de exploración personal, esenciales para su cordura. Pero aun esto estaba muy lejos de la diversión frívola. Con una expresión de curiosidad, se sentó ante su ordenador y preguntó por las últimas noticias. El ordenador, parpadeó un instante, luego presentó las diversas murmuraciones y documentos. En el centro de la pantalla aparecieron algunos artículos de librofilme, un fragmento de una publicación de matemáticas, una entrevista de una cantante con algún periódico estudiantil, boletines de la Biblioteca General. Qué más daba.
Misuzu cerró esa búsqueda y se reclinó en la silla, pensando qué crisis abordar primero. Diariamente debía afrontar miles de problemas, la mayoría de los cuales delegaba en lideres de pelotón, pero sentía un interés personal en la situación de una rebelión de la Iglesia de las Catástrofes Recurrentes en la relativamente leal, bella y productiva ciudad de Macapa en el sector Brasileño.
Había enviado a su líder de pelotón más confiable y habilidoso para supervisar el rescate de lo poco que se podía salvar en Macapa. Arrugó el entrecejo al pensar en esta limitada respuesta y en los peligros que ella enfrentaría si nada podía lograrse. A fin de cuentas, el Gobierno de la Tierra Unida se basaba en el dar y recibir; si no había dar quizá no hubiera recibir.
Los Cuerpos Tácticos Blindados Alfa eran más que un largo nombre llamativo; en esa incesante y dolorosa edad de decadencia, un miembro de esta unidad como Misuzu aún cumplía una función importante. Los miembros de la misma parecían proyectar una imagen pública de derroche irresponsable, pero Misuzu se tomaba su deber muy a pecho. Evocaba tiempos mejores, cuando el Gobierno de la Tierra Unida cuidaba de sus muchos ciudadanos, aun en sus remotos confines, con medidas pacificadoras, regulaciones, asistencia económica y técnica, medidas de rescate.
Misuzu sintió una presencia. Se le erizó el cabello y giró con súbita irritación (¿o era miedo?): era su asistente personal, el menudo y parsimonioso cabo Kreen. El agradable Kreen tenía el rostro muy pálido y parecía reacio a transmitir su mensaje.
-Lo lamento -dijo Misuzu-. Me sobresaltaste. Estaba disfrutando de un momento relativamente apacible en este lugar infernal. ¿Qué pasa, Kreen?
-Mis disculpas... por la noticia que debo darle... No quería que esta noticia le llegase por otro medio. -Kreen recelaba de la radio, que podía cumplir muchas de sus funciones tan rápida y anónimamente.
-Sí, vamos... ¿de qué se trata?
-El peloton B, teniente... -Kreen tragó saliva. Su gente, del pequeño pueblo de Lavrenti también en el sector brasileño, había sido leal al Gobierno de la Tierra Unida desde su creación. Estaba en su sangre sentir el dolor de su gente. A veces Kreen parecía menos un ser humano que una sombra... aunque una sombra muy útil.
-¿Sí? ¿Qué ocurrió... los emboscaron?
El rostro de Kreen se arrugó con una anticipada angustia.
-No, teniente... es decir, no lo sabemos. Llevan un día de retraso, y no hay mensajes, ni siquiera una señal de emergencia.
Misuzu recibió la noticia con abatimiento. Sargento Iriya Trenma...
Y, desde luego, un buen líder con su unidad. Misuzu abrió y cerró la boca. Necesitaba información desesperadamente, pero desde luego Kreen le había dado toda la que había.
-¿Y Macapa?
-Los rebeldes ya controlan mas de la mitad de la ciudad, teniente.
-Eso lo sé. ¿Se han despachado otras unidades?
-Sí, teniente. Dos pelotones de la 37ª. División Forestal han abandonado sus misiones de patrullaje en Calcoene, Saint George y Regina.
-¡Por el cielo, no! -Misuzu se levantó-. No me consultaron. No deben reducir esas fuerzas de patrullaje... ya están al mínimo.
-Teniente, el alcalde de Macapa fue recibido por el comandante del sector Brasileño hace sólo dos horas, sin nuestro conocimiento. Convenció al comandante y a su asistente Farad Siwer de que...
-Siwer es un necio. Tres aldeas descuidadas por una ciudad, una favorita del Gobierno de la Tierra Unida. Un día logrará que maten a su comandante. -Pero Misuzu se calmó, cerrando los ojos, concentrándose en su interior, valiéndose de años de entrenamiento especial para enfocar la mente con serenidad y rapidez y encontrar el mejor camino en ese berenjenal.
Perder a Iriya, la hermosa, fiel y habilísima Iriya...
-¿Puedes conseguirme un resumen o una grabación de esas reuniones, Kreen?
-Sí, teniente. Todavía no serán sometidas a la revisión e interdicción del Servicio de Comunicaciones. Comúnmente hay un retraso de dos días en estos procesos.
-Bien. Cuando se realice una investigación y se hagan preguntas, haremos llegar al mando las palabras de Siwer... Creo que los periódicos más ruines y populares nos prestarán el mejor servicio.
Kreen sonrió.
-Totalmente de acuerdo, dijo.
-Mejor aún. No se requiere autenticación... sólo más rumores para una población inculta e infeliz. -Misuzu sacudió la cabeza-. Aunque hundamos a Siwer, eso no compensará la pérdida de Iriya. ¿Qué probabilidades hay de que ella y sus hombres estén vivos?
Kreen se encogió de hombros; eso estaba fuera de su especialidad.
En el Sector Brasileño muy pocos comprendían las dificultades de la lucha en puntos con población indiferente o abiertamente hostil al Gobierno de la Tierra Unida. Pero había uno. Un viejo sargento de las Fuerza de Defensa de las Naciones Unidas metido a traficante y contrabandista, que se especializaba en enviar mercancías y pasajeros por las rutas más rápidas y tranquilas, un pillo brillante e inescrupuloso, decían algunos, pero un hombre que en el pasado había estado al servicio de Misuzu.
-Consígueme una audiencia inmediata con Tomoya Okazaki.
-Sí, teniente. Kreen salió deprisa.
Misuzu Kamio suspiró. Tenía que regresar a su oficina y pasar el resto del día en reuniones personales con líderes de pelotón y representantes de varias aldeas que estaban bajo su jurisdicción y que venían a entregar víveres o demandar protección para sus asentamientos.
Habría preferido concentrar todos sus pensamientos en la pérdida de Iriya y en sacar el mejor partido posible de la necedad de Siwer, pero ni siquiera semejante tragedia ni semejante oportunidad, podían interferir en sus deberes actuales.
¡Ah, la magia del poder!
1 comentario:
Esta muy bueno tu fafic un poco loco sabias que esa mizusu kamio podria ser el mismisimo angel de la muerte?
Esos angeles si lo desean pueden matar todo lo que este a su paso y esa historia de air tv es una filosofia oculta por años jaja y esta basado en un hecho real.
Publicar un comentario